Descubrirás que la conciencia de prosperidad que construyes en tu propio negocio puede trasladarse fácilmente al éxito en el mercado de valores o a cualquier otra clase de inversión que desees efectuar.
Pienso que la mejor inversión que puedes hacer es empezar un negocio con el cual te diviertas tanto que no te importe fracasar. Con tu entusiasmo, aunado a la práctica de los principios de una buena administración, puedes estar seguro del éxito.
Hay importantes diferencias entre tener un empleo y tener tu propio negocio. Muchas de éstas no son obvias para las personas que sólo han tenido empleos y que están pensando en empezar su propio negocio. La habilidad del nuevo dueño de un negocio para adaptarse a estas diferencias determinará en su mayor parte la cantidad y la rapidez de su éxito.
Es agradable tener un empleo. Un empleo constituye una manera excelente de aprender a comercializar un talento, de aprender a trabajar con otras personas y de aprender a manejar tu tiempo y tu dinero. Si lo piensas de este modo, puedes usar tu empleo come el primer peldaño para iniciar tu propio negocio.
El negociante individual es la base de la economía próspera. Un país no se engrandece por los empleados que obedecen instrucciones, sino por .individuos del mundo de los negocios que están dispuestos a tomar la iniciativa y las responsabilidades.
La vasta mayoría de los nuevos trabajos en los Estados Unidos, en la década de los 80’s, fue proporcionada por compañías con ventas de menos de $20 millones anuales.
El liderazgo talentoso de las 500 compañías descritas en Fortune pasa su tiempo tratando de comprar una compañía rival o evitando que sus rivales adquieran la propia. Nuevos pequeños negocios forman el potencial del crecimiento futuro y de la estabilidad de nuestra economía.
Renunciar a tu empleo causa temor. Puedes soñar y hasta planear con gran precisión, pero pensar en renunciar a tu empleo te hará sentir como si saltaras de un altísimo trampolín, no importa con cuánta cautela te hayas preparado para dar ese paso. Si esperas a que se te pase el miedo para dejar tu trabajo, nunca lo harás.
La realización de que yo había creado el trabajo que tenía y que podía crear otro de nuevo, tan satisfactorio como el que ejecutaba, me dio el valor para saltar.
T. Harv. Eker