Esos estudios confirman los hallazgos de una investigación que siempre me han llamado la atención.
En 1960, un investigador entrevistó a 1.500 alumnos de una escuela de administración y los clasificó en dos categorías: los que estudiaban esa carrera por el dinero — 1.245 estudiantes — y los que la estudiaban — los restantes 255 alumnos — porque esperaban valerse del título profesional para hacer algo que les interesaba inmensamente.
Veinte años más tarde, el investigador entrevistó de nuevo a esos hombres y mujeres y encontró que 101 eran millonarios y que, a excepción de uno, todos pertenecían al grupo de los 255 alumnos que habían estudiado esa carrera para emplearla después en algo que los atraía poderosamente.
Abel Cortese