En vez de instruirnos a Mike y a mí para evitar errores, mi padre rico nos enseñó el arte de cometer un error y obtener sabiduría a partir de él.
Durante una de esas lecciones mi padre rico dijo:
“Lo primero que ocurre después de que cometes un error es que te molestas. Todas las personas que conozco se molestan. Es el primer indicio de un error”, dijo mi padre rico. “En ese punto de molestia, descubres quién eres en realidad.”
“¿Qué quieres decir con ‘quién eres en realidad’?”, preguntó Mike.
“Bien, en el momento de la molestia, nos con vertimos en alguno de estos personajes”, dijo mi padre rico, que siguió describiendo un conjunto de personajes que aparecen cuando nos molestamos al cometer un error:
1. El que miente. El mentiroso dirá cosas como: “Yo no hice eso”, o “no, no, no. No fui yo”, o “no sé lo que ocurrió”, o “pruébalo”.
2. El que culpa a los demás. La persona que culpa a los demás dirá cosas como: “Fue tu culpa, no mía”, o “si mi esposa no gastara tanto dinero, yo estaría en mejor posición financiera”, o “yo sería rico si no tuviera hijos”, o “a los clientes no les interesan mis productos”, o “los empleados ya no son leales”, o “no fuiste claro en tus instrucciones”, o “es culpa de mi jefe”.
3. El que justifica los errores. Las personas que justifican los errores dicen cosas como: “Yo no tengo una buena educación, por lo que no salgo adelante”, o “lo hubiera logrado si hubiera tenido más tiempo”, o “ah, yo no quería ser rico de cualquier manera”, o “pues todos los demás lo estaban haciendo”.
4. El que renuncia. La persona que renuncia dice cosas como: “Te dije que nunca iba a funcionar”, o “esto es muy difícil y no vale la pena. Voy a hacer algo más fácil”, o “¿por qué estoy haciendo esto? Yo no necesito esta molestia”.
5. El que niega la realidad. Mi padre rico se refería a este tipo de personas como “el gato en el cajón de arena”, lo que significa que tienden a enterrar sus errores. La persona que niega que ha cometido un error dice frecuentemente cosas como: “No, no hay nada mal. Las cosas marchan bien”, o “¿error? ¿qué error?”, o “no te preocupes. Las cosas saldrán bien”.
Mi padre rico dijo: “Cuando la gente se molesta debido a un error o accidente, uno o más de esos personajes se apodera de su mente y cuerpo. Si usted quiere aprender y obtener sabiduría de ese invaluable error, debe permitir que el responsable asuma el control de su pensamiento. El responsable eventualmente dirá: “Qué invaluable lección puedo aprender de este error?”
Mi padre rico decía a continuación: “Si una persona dice: ‘Lo que he aprendido es que nunca haré esto otra vez’, probablemente no ha aprendido mucho. Muchas personas viven en un mundo que se reduce porque siguen diciendo: ‘Nunca haré esto otra vez’, en vez de decir: ‘Estoy contento de que esto haya ocurrido porque aprendí esto o aquello de esta experiencia.’ Además la gente que evita cometer errores o desperdicia errores nunca ve el otro lado de la moneda.”
Yo fracasé en la preparatoria en dos ocasiones por que no podía escribir. El hecho de que mis libros formen parte de las listas de los libros mejor vendidos de The New York Times, el Sydney Morning Herald y The Wall Street Journal es mágico. Es paradójico que yo sea conocido por temas en los que fracase inicialmente escribir, crear negocios, vender, hablar, realizar inversiones y contabilidad No soy conocido por aquellas cosas que eran fáciles y que yo disfrutaba hacer: deslizarme sobre las olas, la economía, el rugby y la pintura.
En el mundo de mi padre rico, él consideraba que el riesgo, los errores y el fracaso son una parte integral del desarrollo humano. De manera que en vez de evitar el riesgo y los errores, aprendió a manejarlos.
Su perspectiva era que un error es sencillamente una lección que trae aparejadas emociones. El decía: “Siempre que cometemos un error, nos molestamos. La molestia es la manera en que nuestro Creador nos dice que necesitamos aprender algo. Es una palmadita en el hombro que nos dice: Presta atención. Tienes algo importante que aprender.’ Si mientes, culpas a los demás, justificas o niegas la molestia, desperdicias la molestia y desperdiciarás una preciosa joya de sabiduría.”
Como decía mi padre rico: “Lo que importa no es cuánto suba el precio de tu inversión; lo que resulta más importante es cuánto puede bajar. Los verdaderos inversionistas deben estar preparados para ganar así como para aprender cuando las cosas en el mercado no marchan como ellos quieren. Lo mejor que el mercado puede enseñarte es la manera de aprender de tus errores.”