martes, agosto 11, 2009

Diez pasos para despertar el genio financiero (I)

1. Necesito una razón más grande que la realidad
La fuerza del espíritu...
Si usted le pregunta a la mayoría de las personas si les gustaría ser ricas o financieramente libres, dirían “sí”. Pero entonces se interpone la realidad. El camino se ve demasiado largo, con demasiadas colinas para subir. Es más fácil tan sólo trabajar por el dinero, y luego entregar el sobrante a su agente financiero.

Una razón o propósito, es una combinación de “quieres” y “no quieres”. Cuando la gente me pregunta cuál es mi razón para querer ser rico, la respuesta es unas combinaciones de, “quieres y no quieres”, profundas y emocionales.

Haré una lista con algunos. Primero los “no quiero”, porque de ellos surgen los “quiero”. No quiero trabajar toda mi vida. No quiero aquello a lo que mis padres aspiraban, es decir, la seguridad de un empleo y una casa en los suburbios. No me gusta ser empleado odiaba que mi
padre siempre se perdiera mis partidos de fútbol porque estaba trabajando en su carrera. Yo sentí odio cuando mi papá trabajó intensamente toda su vida y, a su muerte, el gobierno tomó casi por lo cual él había trabajado. Cuando falleció, casi ni pudo legar a los suyos todo aquello por lo cual había trabajado con tanto esfuerzo. Los ricos no hacen eso. Ellos trabajan arduamente, y luego pasan todo a sus hijos.

Ahora los “quiero”. Quiero ser libre de viajar por el mundo y el estilo de vida que amo. Y quiero hacer esto mientras aún soy joven. Quiero simplemente ser libre. Quiero el control sobre mi tiempo vida. Quiero que el dinero trabaje para mí.

Esas son mis razones emocionales, profundamente asentadas. ¿Cuales son las suyas? Si no son lo suficientemente fuertes, puede ser que la realidad del camino por delante sea mayor que sus razones. He perdido dinero y he tenido que volver atrás muchas veces, pero fueron profundas razones emocionales las que me mantuvieron de pie, yendo hacia adelante.

Como ya he dicho, desearía poder decir que fue fácil. No fue así, pero tampoco fue tan duro. Pero, sin una fuerte razón o propósito, todo en la vida es duro.

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