martes, agosto 11, 2009

Cinco claves del éxito y la riqueza que nunca hay que olvidar (I)

En las próximas 24 horas, 219 norteamericanos se harán millona­rios. En solamente 30 días, 6.570 personas se habrán unido a las filas de la gente independiente financieramente. En los próximos 12 meses el número de millonarios habrá crecido hasta alcanzar los 80.000 y du­rante la próxima década hasta los 800.000. Dentro de diez años, una familia de cada 64, disfrutará de una posición propia de millonarios.

Estos pronósticos están basados en las intensas investigaciones realizadas en los últimos doce años por el Dr. Thomas Stanley, el co­nocedor más importante del tema de la gente adinerada, y cómo lo­gran serlo. Los nuevos millonarios proceden tanto de las clases sociales más bajas como de las más altas y tienen una base educativa que lo mismo es muy mala que muy buena. Algunos son débiles físicamente, mien­tras que otros son fuertes y sanos.

Las únicas cualidades que todos los nuevos millonarios tienen en común son que sueñan con el éxito, la riqueza y la felicidad, y que trabajan duramente para que su sueño se haga realidad.

Las personas de éxito son soñadores que ponen en acción sus fantasías. Los millonarios son gente normal que se lanza a conseguir resultados extraordinarios.

Los millonarios proceden de campos tan diferente como la venta al por menor, el mundo de los ordenadores, la medicina, la agricultu­ra, la eliminación de basuras, el mundo del espectáculo, la propiedad inmobiliaria, la manufactura y las finanzas. Algunas personas todavía creen que es la suerte la que determina el destino económico de cada uno. Confío en que aprenda usted a odiar la palabra «suerte».

Sus posibilidades de hacerse rico por medio de la suerte son demasiado remotas como para que se puedan calcular. A pesar de ello, millones de personas depositan su fe en la suerte todos los días. Hace poco, después de haber dicho a un grupo de personas que me escuchaban que cada hora 9 personas llegan a hacerse millona­rias, un individuo me dijo (y hablaba en serio): «No sabía que exis­tieran tantas loterías.» Y otras personas están convencidas de que la única manera de ha­cerse rico está en las actividades que podríamos llamar «visibles», en el deporte profesional, en el teatro y en las actividades creativas.

¡No es verdad! Más del 99 % de los actores, artistas y escritores tienen que seguir trabajando para poder subsistir. Y solamente uno de cada 12.000 deportistas que juegan al fútbol en la escuela consigue un con­trato con un equipo profesional.

A menudo la gente pregunta: «¿Cómo está dividida la riqueza

Con arreglo a las estadísticas oficiales del gobierno, la riqueza está di­vidida, en este momento, aproximadamente de la misma forma que hace 40 años.

He aquí cinco claves para obtener riqueza y una prosperidad dura­dera:

— Entréguese totalmente a la tarea de acumular riqueza.
— Pague el «impuesto sobre la independencia económica».
— Hágase cargo de su economía.
— Evite el endeudamiento innecesario; utilice solamente el endeu­damiento inteligente.
— Participe en la Edad Dorada que está por venir.


Primera clave: Entréguese totalmente a la tarea de acumular riqueza
A menudo se dice que hay tres factores que determinan el valor de un inmueble: su situación, su situación y su situación. ¿Qué es lo que hará que su plan de acumulación de riqueza tenga éxito?: La en­trega, la entrega y la entrega. Hay muchas formas de invertir el dinero para acumular riqueza.

Los inmuebles proporcionan excelentes oportunidades de hacer dine­ro, tales como las tierras todavía sin cultivar, las propiedades para in­versión, viviendas en proyecto y otros. Las acciones de sociedades, los fondos de mutualidades, un negocio propio, las acciones preferencia­les, los bonos, la participación en iniciativas de prospección petrolífe­ra; todas estas diferentes posibilidades son medios potencialmente ex­celentes de invertir dinero y adquirir riqueza.

Para llegar a ser independiente económicamente, hay una idea que debe tenerse muy clara: la entrega que ponga en su plan de lograr rique­za es más importante que la estrategia de inversión. Es mucho más sen­cillo encontrar una forma de invertir dinero que ser capaz de someterse a la disciplina que se necesita para realizar el trabajo estratégico. Hay más gente que fracasa en su empeño de acumular riqueza por fal­ta de dedicación a un plan que porque la estrategia de inversión sea equivocada. Todo se resume en esto: su actitud —el grado de entre­ga— es la clave de su plan de acumulación de riqueza. La mejor estra­tegia del mundo en inversión no funcionará, a no ser que uno quiera hacer que funcione, y se comprometa a hacer todo lo posible para ello mediante una dedicación constante.

La entrega proviene de la disciplina. La disciplina requiere que apliquemos la fuerza de voluntad de forma persistente y sistemática con objeto de lograr nuestros objetivos. Desgraciadamente, pocas per­sonas pueden practicar tal disciplina, ya que no se les ha preparado para ello en su casa, en la escuela o en el trabajo. Siempre han estado bajo la influencia de una figura que, con su autoridad, les ha propor­cionado una disciplina sustitutiva de la propia.

La disciplina personal es, por definición, algo que uno mismo se impone y que uno mismo dirige. Al principio de la vida, los padres nos dicen qué tenemos que hacer y cómo debemos hacerlo. Cuando nuestro comportamiento no está de acuerdo con las pautas de nues­tros padres, ellos lo corrigen. Más tarde, vamos a la escuela y los profesores nos obligan a hacer determinadas cosas, y evitan que hagamos otras, con objeto de darle a nuestro comportamiento una forma deter­minada. Cuando no queremos estudiar (nos falta disciplina), el profe­sor nos dice que debemos hacerlo si no queremos correr el riesgo de obtener unas malas calificaciones o de ser sometidos a algún castigo. Cuando no queremos dar otra vuelta corriendo alrededor de la pista, el entrenador nos dice que debemos hacerlo si es que queremos formar parte del equipo.

En el momento en el que la mayoría de la gente termina su prepa­ración escolar, está tan acostumbrada a que otras personas dirijan sus actos que no saben disciplinarse. Muchas personas no pueden ni siquiera disciplinarse para acudir puntualmente al trabajo, de forma que su jefe tiene que imponerles disciplina, por medio de un reloj en el que fichar. Durante muchos años, John Johnson, empresario de un éxito asombroso, que fue el fundador de la revista Ebony, vigilaba a los empleados que llegaban tarde al trabajo o que carecían de la disciplina necesaria para vestirse adecuadamente.

Dado que la disciplina, generalmente, no se enseña en casa ni en la escuela, muchas personas confían durante toda su vida en que sean otros quienes se la impongan. La forma en que la mayor parte de la población decide vivir es la que podríamos llamar de «dime qué es lo que tengo que hacer, cómo tengo que hacerlo y cuándo tengo que ha­cerlo». De forma que la gente se acomoda a un tipo de vida en la cual las decisiones importantes se las dicta alguna otra persona. Confían en la disciplina que el Gobierno impone a través de la Seguridad Social Obligatoria para obtener una pensión de jubilación.

Resumiendo: para acumular riqueza, debe usted desarrollar su propia disciplina. Usted debe imponerse a sí mismo: «Voy a invertir. No permitiré que nada me detenga. No tendré ninguna crisis personal, ni tentación lo suficientemente fuerte como para abandonar mi plan de acumulación de riqueza.»

El 75 % de las personas que alcanzan la edad de 65 años dependen para sobrevivir de la Seguridad Social.

Estas personas han vivido su vida, su edad productiva durante el período de mayor riqueza económica de la historia de la humanidad y, sin embargo, no han tenido disciplina para crear riqueza con vistas a su retirada de la vida activa.

«Empezaré a invertir cuando tenga cierta cantidad de ahorros.» Esta promesa muy pocas veces se hace realidad. Incluso antes de que haya llegado ese momento en el que se han logrado ciertos ahorros, la ma­yor parte de la gente se ha visto ya tentada por algo de forma irresis­tible; bien sea un apartamento más grande, un coche nuevo, más ropa o unas vacaciones de ensueño. Las personas que ganan poco en el mo­mento actual, y obtienen un aumento de sueldo de un 10 %, seguirán ganando poco dentro de seis meses. La mayor parte de la gente reajus­ta su nivel de gastos, de forma que gasta hasta el último céntimo de cualquier aumento de sueldo. Dado que les falta disciplina, la mayoría de la gente tiene durante toda su vida «para ir tirando». La solución está en acudir a toda la capacidad de disciplina que uno tenga. Invier­ta, incluso, un porcentaje de sus ingresos mayor al porcentaje de aumen­to que éstos hayan experimentado. Disfrute de la gran satisfacción que va a obtener al contemplar su buena situación económica. Hacer jue­gos malabares con las deudas para «simplemente ir tirando» no va a hacerle feliz.

«Pero tengo tan poco dinero para invertir que no vale la pena arriesgarlo.» La cantidad que uno empieza por invertir no es, ni mucho menos, tan importante como el hecho de adquirir el hábito de invertir. De la misma forma que un granjero sabe que los pequeños árboles crecerán con el tiempo hasta hacerse gigantes, el inversor inte­ligente sabe que una cantidad pequeña, invertida de forma continua­da, con el tiempo se convertirá en una fortuna.

Tenga en cuenta las posibilidades y el poder que tiene la cantidad de 1.000 dólares: 1.000 dólares, invertidos de forma que se revaloricen a una media del 18 %, se habrán convertido en 20 años en 32.000, en 30 en 1.024.000 y en 60 en 32.768.000. Y una inversión de 10.000 dóla­res, hecha en una sola vez, que se revalorice a una media del 18 % anual, se convertirán en 320.000 dólares en 20 años.

No hemos tenido en cuenta, en estos ejemplos, la incidencia de los impuestos, pero con un buen asesoramiento fiscal, podrán reducirse al mínimo. Tampoco hemos considerado la inflación. Pero recuerde que las inversiones bien elegidas, con el tiempo, compensan ampliamente la inflación.

«Pero el dinero corrompe a la gente. No quiero ser rico porque eso es malo para la gente.» Parece difícil de creer que todavía se ponga esta excusa para evitar la riqueza, pero se hace. Algunas personas todavía mantienen que la riqueza estropea a las personas, destruye sus valores, da lugar a problemas familiares, conduce a las drogas, crea un clima proclive al crimen y hace tramposa a la gente.

Todo lo relacionado con la moral supone un problema complejo. Pero no culpemos a la riqueza. Tener demasiado dinero no es la causa del mal; tener demasiado poco, sí. Mejor, culpemos de la mayor parte de los problemas sociales a la pobreza. Tenga en cuenta los siguientes datos:

— Cuanto más bajas son las rentas en una comunidad vecinal, ma­yor es el índice de criminalidad. A todo lo largo del país, la poli­cía emplea el 83 % de su tiempo en las zonas que se encuentran entre el 7 % de los sitios más pobres.

— Cuanto más pobre es la gente, mayor es la incidencia del alcoho­lismo y de otras formas de adicción a las drogas. Las personas que se encuentran dentro del 20 % de las más pobres consumen tres veces más alcohol que las que representan el 20 % de las más ricas. La mayor parte de las prostitutas son pobres. Tienen que trabajar en ese oficio para ganar dinero.

— La mayoría de los malos tratos infligidos a personas, lo mismo a los hijos que a las esposas o a los padres ancianos, están rela­cionados con problemas económicos.

— La mayor parte de las dificultades familiares y de los divorcios, tienen como causa, más que cualquier otra, los problemas de di­nero.

He aquí algo que da que pensar. En este mismo momento, hay más gente que está discutiendo sobre dinero que sobre todos los demás problemas juntos.

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