
Es decir, al menos de momento, la educación financiera continuará siendo una cuestión informal, guiada sobre todo por el entusiasmo de quienes se sientan comprometidos con su comunidad, y de quienes consideren que requieren información detallada para mejorar su vida financiera.
La educación financiera debe contener en forma mínima los conceptos y aplicaciones concretas de hechos tan cotidianos e importantes como el ahorro, el presupuesto, el egreso, la inversión, el gasto, la deuda, las obligaciones fiscales, la acumulación del capital, el dinero, la previsión, el riesgo, la seguridad y la oportunidad, vinculados todos ellos a las diferentes necesidades humanas en un contexto social, político y cultural determinado.
También se podría orientar a la población respecto al papel del presupuesto como criterio organizador de los egresos, la necesidad de hacer circular el dinero y los beneficios de la planificación a corto, mediano y largo plazo.
La educación financiera está cobrando importancia en diferentes partes del mundo, en Estados Unidos incluso se está comenzando a impartir educación financiera en las escuelas, sin embargo estos cambios recién comienzan y tardara mucho a generalizarse en todo el mundo por lo que la mayoría de las personas tendrán que adquirir su educación financiera de forma autodidacta.
Abel Cortese