jueves, octubre 01, 2009

La mentalidad de "tenerlo todo" (I)

El hecho es que muchas personas gastan gran parte de su salario en la mejor basura que el dinero puede comprar. Peor aún, suelen comprar esa basura con dinero que todavía no han ganado. Will Rogers lo expuso muy bien: «Demasiadas personas gastan dinero que no han ganado, para comprar cosas que no desean, para impresionar a personas que les caen mal.» Aunque no queramos admitirlo, en cada uno de nosotros hay un poco de esta insensatez.

Factores inconscientes, como las carencias emocionales junto con una mala apreciación de la realidad, suelen ser los responsables de nuestra conducta monetaria irracional. El dinero es un medio con el que canalizamos nuestros más profundos deseos, necesidades, objetivos esperanzas y sueños. Detrás de cada impulso de compra irracional existe una profunda necesidad emocional que reclama atención. Puede ser poder, posición, fama, venganza, respeto, seguridad o amor propio. Puede ser incluso amor.

Tus mejores adquisiciones terminarán siendo aquellas que nunca hiciste

Para los triunfadores perezosos, el factor más importante para alcanzar el éxito económico a un ritmo pausado consiste en mantener el dinero bajo control. Para ello es preciso que gastemos menos de lo que ganamos. Evaluar por qué gastarnos dinero en lo que sea que lo gastamos es un buen punto de partida.

La clave está en considerar nuestros sentimientos cuando se presenta un impulso de gastar. Es importante que nos preguntemos qué necesidad psicológica o carencia emocional intentamos satisfacer comprando algo nuevo. Puede ser dignidad, respeto de los demás, amor propio. aprobación, integración, seguridad, despertar envidia, miedo a no gustar, poder, sensación de comunidad, estructura, propósito, prestigio, recompensa, posición, paz, felicidad o amor.

Una vez hayamos identificado las necesidades psicológicas que exigen atención, debemos decirnos la verdad sobre lo que obtendremos a cambio del dinero que tenemos intención de gastar en esos artículos. Si somos sinceros con nosotros mismos, admitiremos que la mayoría de las adquisiciones no tendrán un impacto positivo significativo en la satisfacción de las necesidades emocionales. Lo único que conseguiremos al poseer sus bienes será complicarnos la vida, aumentar nuestras deudas y robarnos más de nuestro valioso tiempo.

Miguel de Cervantes aconsejó: «Cuida de conocerte bien a ti mismo, pues ésa es la lección más difícil de este mundo». Conocerte a ti mismo saber lo que te impulsa a gastar dinero (sea en coches, casas, moda u otros caprichos) es esencial para ejercer un control absoluto sobre tu economía. Puede suponer la diferencia entre disponer de un millón de dólares para jubilarte o no tener nada.

La mayoría de las veces, las personas compran impulsivamente cosas que terminan dándoles poco placer y que no mejoran para nada su vida. Detenerte un momento a pensar bastará para que eso no te pase a ti. Si te cuestionas cuál es el verdadero valor que obtendrás de adquirir un servicio o artículo, verás que tus compras disminuyen drásticamente.

Esta técnica exige que te hagas preguntas sobre cada intención de compra, de modo que tengas del todo claro si sirve a una necesidad real o a un verdadero deseo personal. Si te haces estas preguntas meticulosamente, verás que en realidad no necesitas ni deseas la mayoría de las cosas que atraen tu interés. Aparte de crear riqueza en el proceso, disfrutarás más de la vida, puesto que no andarás perdiendo tiempo y dinero en cosas que no te aportan placer ni satisfacción.

Es importante que te enfrentes a tus más profundos e íntimos sentimientos sobre los beneficios que la adquisición te reportará. Debes tener una idea clara de lo que vas a obtener a cambio de tu dinero.

¿El objeto de tu gasto es sólo una manera de no ser menos que un amigo que ha comprado algo similar? ¿O te estás planteando comprar el objeto porque te sientes fatal a propósito de algo y puede que el objeto hará que te sientas mejor contigo mismo?

Para que la decisión de compra racional, también debes estar seguro de que aprecias el producto. Cuanto más saborees el producto, más te compensará la decisión de adquirirlo. Asegúrate de tomar la decisión de compra en función de tus propias necesidades y no según el consejo que te haya dado un tercero. Serénate y pregúntate sí vas a obtener placer y satisfacción del artículo que vas a comprar. Sólo entonces podrás tomar decisiones de compra basadas en un análisis crítico en lugar de obedecer ciegamente a tus impulsos emocionales.

Ernie Zelinsky